lunes, 29 de junio de 2009

Scarlett Johansson, una rubia con muchas ideas


Aunque sea difícil de creer, es una anécdota de la vida real y la propia Scarlett Johansson lo cuenta sin aspavientos y con cierta diversión en el rostro cuando su madre la llevó a una agencia de publicidad: “No les gusté; mi voz no funcionaba para lo que ellos querían y eso me hizo sentir derrotada”.

Entonces se fijó una meta. Convertirse en modelo a pesar de sus 1.63 metros de estatura. Claro, ayudada por su rostro de niña dulce, enmarcado por una cabellera rubia y una rutina de ejercicios que fue torneando su cuerpo escultural.

Todos los ingredientes para ser considerada como una persona sin inteligencia a quien únicamente le atraía lo material. Y claro, una mujer proclive a la fama.

Pero de pronto, saltó al cine. Tuvo un papel en Perdidos en Tokio, al lado de Bill Murray, con la que ganó un premio BAFTA.

Y todavía no llegaba a los 20 años de edad. Para muchos significaba el inicio de un tobogán similar al que emprendieron en su momento Lindsay Lohan o Britney Spears, quienes de la noche a la mañana bajaron del pedestal de estrellas a comidilla de los paparazzi y los escándalos.

Pero ella, tan pronto se le preguntaba sobre su vida personal, marcaba un alto. “No puedo soportar esos artículos en los que la gente relata toda la historia de su vida. Después de un rato siento que sé más sobre ellos que sus mejores amigos”, dijo en a la revista InStyle en 2006, y tenía razón.

A pesar de ser más que una imagen bonita, una chica de portada dirían algunos que ha demostrado varias veces su gusto por la literatura sigue siendo cuestionada y hasta hace unos días su rival de generación, la multipublicitada protagonista de Transformers, Megan Fox, la calificó como una mujer que repetía lo largamente aprendido, con el único objetivo de parecer brillante.

Scarlett Johansson no respondió. Al menos hasta el pasado martes, reafirmando que se trata de una artista que no requiere de escándalos y negando que fuera a participar en un reality show en Inglaterra.
“Es que ella sí tiene una vida privada”, explicó su portavoz Marcel Pariseau.

Hija de padre danés y madre de descendencia polaca, Scarlett nació en Nueva York hace 24 años. Desde su niñez, luego del incidente con la agencia de publicidad, ella misma, cuenta la leyenda, decidió buscar de manera seria llegar a su objetivo.

Después de haberse presentado a varios castings para anuncios de televisión, Scarlett debutó en el teatro a los ocho años. Siguió picando piedra hasta que Robert Redford la conoció, invitándola a participar en el filme El Señor de los Caballos. Eso fue todo. Fue cuando saltó de la adolescencia a la vida adulta.

Llegó Perdidos en Tokio y los elogios comenzaron a caerle por decenas. Entonces, un día la prensa le preguntó si eso la ponía nerviosa. Ella contestó rápido: “Cuido mucho mi intimidad y en Nueva York, a nadie le interesa lo que haces.

Es alucinante la cantidad de famosos que ves aquí, sin que nadie los moleste. Yo lo que quiero es hacer buenas películas. Si la fama es inevitable, me pondré unas gafas oscuras y dejaré de ir a McDonald’s”.

Pero no se conformó con un nombre en las marquesinas. Tampoco que Woody Allen revelara que al estar trabajando con ella en Match Point, Scoop y Vicky Cristina Barcelona, se ponía nervioso. Todo se trata de tener temple y mucha inteligencia .

No hay comentarios: